Esta tarde me he ido de compras (sí señor, ...de compras) con mis hijos (sí, ...mis hijos), y como no, me he perdido por los denominados "agujeros negros" en busca de nuevas adquisiones.
La tarde ha sido fructífera: he picado tres discos con los que he sido poco original ("Queen live Killers" -antiguo directo en la época más furiosa de Queen, una edición remasterizada de "Abbey Road" de los Beatles, pues el vinilo lo tengo cascadísimo -para mí, su mejor disco- y como no, "No Line on the Horizon" de U2 -muy apropiado el título al día de hoy-), además de un puzzle para mi princesa, y de guinda mi hijo Alvaro se ha feriado un equipo de música que no le cabe en la estantería; salvo por el agujero del bolsillo, todo bastante bien, una tarde muy cómoda dada la obsesión futbolística nacional...
y sobre "er Furgol" va mi reflexión, ...en relación a tan noble deporte, me ha venido a la mente un brillante fragmento de Los cuadernos de Don Rigoberto, de D. Mario Vargas Llosa, en la que hace una descripción a mi juicio más que atinada.
Trascribo textualmente:
“...explica la pretensión de establecer una línea de continuidad entre los entunicados fedros de Platón frotándose de resinas después de sus sensuales y filosóficas demostraciones físicas, y las hordas beodas que rugen en las tribunas de los estadios modernos (antes de incendiarlas) en los partidos de fútbol contemporáneos, donde veintidós payasos desindividualizados por uniformes de colorines, agitándose en el rectángulo de césped detrás de una pelota, sirve de pretexto para exhibicionismos de irracionalidad colectiva.
El deporte cuando Platón, era un medio, no un fin,.... Servía para enriquecer el placer de los humanos...”
Sé que no es políticamente correcto, pero hoy es el día. Con dos cojones!
Una brillante experiencia el recorrido por las tiendas desérticas causada por el fútbol... (que yo no he visto)
¡Gracias!
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