¿Quién no recuerda las horas perdidas en
la habitación? Lo que en un pasado no lejano representaba el peor de los destierros ahora es toda una liberación, la celda hecha fortaleza, el castigo del pequeño es el refugio del adolescente y el rincón en el que los padres estimulaban el acto de pensar y reflexionar sobre la falta cometida, se convierte en el propio castigo de padres y tutores, donde había orden ya no hay concierto. ¿No querías que me fuese a mi habitación?... pues ya no salgo.
Cuando eres adolescente tu habitación es tu mundo y no existe lugar más seguro, más privado, más íntimo y más tuyo, un cuartel fuera del influjo de padres, y de mayores, y de pequeños, de tu yo anterior, un habitáculo en el que crees estar iluminado por toda la clarividencia con la que empiezas a percibir cuan equivocados están todos "los demás". El reposo del guerrero, acumulador de energía, espacio de búsqueda de la "verdad" hasta ahora cegada, un lugar para los llantos, incomprensiones y desdichas, donde afloran los primeros deseos y los primeros desamores, éxitos y fracasos que vives a solas sin compartir con nadie que no esté previamente invitado.
Tu reino, unos dominios de los que no saldrás vivo hasta ser "mayor", la transformación de la ingenuidad infantil en soberbia adulta, todavía inmadura y plena en ímpetu. Si las habitaciones hablaran, si contasen lo que sin intención somos incapaces de comunicar, cuanta contrariedad se evitaría. No es que no se les escuche, es que no hablan.
Todas las fotografías son de la exposición "
L´unico eri tu" ("El único eres tú") de
Stefano Giogli (
1965) y que actualmente puede verse en
Madrid en la XV edición de
PHotoEspaña, retratando a diversos adolescentes en sus respectivos dormitorios, enseñando y desvelando sus costumbres, sus sueños, sus secretos y sus inquietudes, en un excelente e interesante proyecto fotográfico con los jóvenes del
Valle del Tíber (
Italia).
El título original de la serie es "
L’unico ad essere diverso eri tu", una cita del libro
El guardián entre el centeno de
J. D. Salinger que alude al cambio y a la sensación de que las cosas, como las vitrinas de un museo de ciencias naturales, cambien, aunque no sea verdad. Nosotros somos los que cambiamos.
(Ref. LaInformacion.com).
(...)
Me siento fuera de juego, fuera de juego
Me estoy quedando sin tiempo, sin tiempo
Sé que ninguna de esas cosas existen como tales
pero eso no me hace sentir mucho mejor
(Estribillo):
Ojos que no ven, corazón que no siente
ojos que no ven, corazón que no siente
Se nos ha agotado el tiempo
Hemos perdido el juicio
el juicio...
Sí, sí.
Me siento desbordado, desbordado
Se nos está yendo de las manos
Sé que no soy el único
Tú y yo, parecemos dos adolescentes
No me hace sentir mucho mejor
(Estribillo)
Hemos perdido el juicio
Sí...
................
"No me comprendes" (Un adolescente cualquiera)