En estos momentos un equipo de técnicos siguen
arriesgando su vida para minimizar los riesgos de la central nuclear de
Fukushima en
Japón, trabajando sin descanso en las labores para restablecer la electricidad necesaria para lograr enfriar los reactores expuestos estós últimos días a temperaturas extremas.
Un grupo de
personas anónimas (y porqué no llamarlos
HÉROES) que quizá ni siquiera son conscientes del todo de estar poniendo su vida generosamente a disposición, en pro de la
Humanidad. Sí,
su vida, tal cual suena está a nuestra disposición y a merced de
la suerte de cualquier riesgo imprevisto, que ni son pocos ni leves, en beneficio del
Mundo. Una
actitud más que generosa al servicio del pueblo japonés sin mayor exigencia que ser sencillamente su
obligación.
Creo además que es indiscutible
valorar muy positivamente la postura de todo un pueblo, de sus gobernantes, sus instituciones, los medios de comunicación, ante el cúmulo de infortunios que han azotado las islas niponas hasta parecer una broma de mal gusto y un desafío a la mala suerte. Un pueblo que se ha comportado en absoluto
orden, sosiego, con una envidiable
entereza y una
eficacia que nos resulta
inusual. Absolutamente loable el comportamiento de todo un pueblo ante un
estado crítico de
emergencia, guardado pacientemente colas para repostar, sin asaltos a comercios, ni actos de pillaje ni saqueos en los domicilios, una postura impecable frente al desaprovisionamiento de artículos de primera necesidad no alterarando el precio de éstos para su adquisición, y respetado los turnos en los supermercados. Todo un ejemplo de
cordura después de un
terremoto, un tsunami y bajo una nube radioactiva, que no son poca cosa. Al menos para mí, cuanto menos sorprendente.
Aquí hay quienes frente al escozor de un padastro en el dedo meñique, sacarían con carácter de urgencia un nuevo
Real Decreto Ley, para no respetarlo después, claro está.
Ahora volvemos prácticamente a la otra parte del mundo y miramos a
España, ajenos a todo aquello excepto a lo que los informativos nos puedan decir. Precisemos más en el mapa. Nos dirigimos a la geografía valenciana y en concreto a la ciudad de
Valencia, que celebra ahora sus internacionales fiestas de
Fallas.
Unas fiestas caracterizadas por el ruido de los truenos y las bandas de música, el olor a pólvora, a churros y a buñuelos, los pasacalles, las ofrendas florales a la Virgen, sus calles casi inaccesibles, cortadas casi en cada entrada posible y potentemente iluminadas, los concursos de paellas en la calle, las casetas dedicadas a las cenas y juergas, las verbenas, los fuegos artificiales, la inmensidad de sus monumentos falleros cargados de ironías,
sobre todo la gente, autóctonos y visitantes,
mucha gente,
multitudes echadas literalmente a la calle
ajenas a Japón e incluso a esta crisis autóctona tan nuestra. Toda una fiesta, una juerga que permite desinhibirse de todo, hasta del
percance más cercano e inmediato.
Una
muchedumbre deshumanizada y ajena a todo, impasible a situaciones que pueden ocurrirte, sorprendiéndote como a la
víctima de un
tsunami.
Eso es exagerado
...¿Exagerado?
Por citar un ejemplo, puedes ir tranquilamente paseando por la calle
entre cientos de personas y reparar de repente en que tus amigos que andaban riendo y disfrutando del ambiente nocturno algo más rezagados, son asaltados sin razón ni sentido y casi sin mediar palabra, por cuatro
hijos de puta con estética
skin que le están asestando una brutal paliza con puños americanos... sin que
NADIE alrededor
mueva un pelo para evitarlo. Pocos aunque eternos minutos de brutal paliza que es disuadida en parte por la hermana mayor de uno de ellos, que se enfrenta gritando a esas bestias pidiendo auxilio al tiempo, intentando evitar, lo que puede ser la matanza a golpes de dos indefensos jóvenes. Su práctica defensiva dura poco, pues enseguida es callada impactándole en plena cara,... sin que
NINGUNA de las personas a escasos metros
ofrezca ayuda. Una situación desconcertante en la que al final, tras intervenir la otra amiga, envalentonada a esas alimañas increpándoles y solicitando de nuevo socorro, logra librarse por los pelos cuando tres de esos inconscientes salen corriendo, y el último, tras mirarla desafiante perdonándole la vida, huye detrás de sus compañeros. De nuevo
NADIE HACE NADA, delante de varias decenas de personas logran huir y escapar impunes dejando tras de sí una batalla campal.
El panorama es dantesco, charcos de sangre y una mujer llorando a los pies de su hermano menor, gritando a los espectadores que ahora sí se arremolinan alrededor del escenario robando el aire que necesitan a toda costa. ¡
Soys unos COBARDES! gritaba llorando, mientras buscaban al malparado amigo francés que sangrando y desorientado se había escondido aterrorizado en un patio contiguo.
No voy a ensañarme con la
ineficacia de la
Policía Local al acudir, el
tiempo que tardaron en llegar a igual que la
ambulancia (amén de la incomprensible dificultad para llegar al lugar del siniestro ataque), ni del trato
desconsiderado de algunos miembros del
servicio de urgencia del hospital
("...Claro, es que no se puede beber así"... ¡Encima!). Ahora todo eso es lo de menos, aunque también suma.
Lo verdaderamente
indignante es que ante el ataque de cuatro
asesinos descerebrados que escogieron a sus víctimas al azar, igual que pudiera haberle tocado al lector de estas líneas,
nadie a pocos metros del triste suceso
hizo nada. El motivo de la afrenta: sonreír al cruzarse con una chica que hablaba con su móvil, y que por supuesto nada tenía que ver con esos
mal nacidos, tan sólo fue la excusa.
Un ataque cruel, despiadado e inesperado del que cualquiera podría haber sido víctima,
tú mismo, y te habrías encontrado que
NADIE HABRIA MOVIDO UN PELO.
El fin de la historia es
atroz: Uno de los chicos, el francés, cuenta con el cráneo y pómulo rotos, le intervendrán de un ojo que no saben si perderá y del que ya ha perdido la visión, y tiene contusiones severas por todo el cuerpo; a su amigo y anfitrión le han roto la nariz, tiene fracturada la mandíbula, serios dolores en las costillas y un ojo del que temieron iba a perder. La hermana, un golpe en la cabeza que por fortuna no ha ido a mayores, aunque muy malherida en su orgullo y amor propio por la injusticia cometida y, su buena amiga, indignada, desolada e impotente por creer no haber sabido hacer más. A todos ellos áun les duele más y muy adentro, cuando se preguntan irritados ¿pero
Por qué?.
No lo he leído en la prensa, no lo he oído en la radio, no es un chismorreo, la fuente es fiable, es precisa y de confianza, me lo ha contado la mujer que salió mejor parada de todo este suceso: Mi mujer,
Carmen, que quedó de forma improvisada para cenar con su amiga de toda la vida que había venido a pasar unos días, su hermano pequeño, y un amigo francés que tenía intención de conocer las Fallas y que jamás querrá volver a pisar esta
ciudad país de mierda. Por fortuna, entre lágrimas y rabia, ha logrado salir de ésta y contármelo cuando ha vuelto esta madrugada, todavía temblando del Hospital.
En estos momentos no se me ocurre otra cosa que bajar, imperturbable, y delante de todo el mundo, frente a cientos de personas ajenas a todo, adelantar un día la fiesta y quemar todas las
Fallas de la ciudad para luego largarme tranquilamente a
Japón, ...al menos allí conocen el significado de la palabra
Humanidad u Honor.
¡Qué País!
¿Dónde están sus héroes? Este es su sentir: uf, ...¡Qué se jodan!
Lo siento, hoy no hay música, habría alguna opción pero no me apetece.
Y perdón por el tono, no me sale otra cosa.
Bona nit, por decir algo.